Marga Vanrell, de Bonany Alimentació: “El payés es un científico”

Con motivo del 50 aniversario de Mercapalma queremos rendir homenaje a las empresas que estuvieron con nosotros los primeros años. Ellas han sido y son el motor de una actividad diaria y constante, que responde a una misión: alimentar a la ciudadanía. Todos sabemos que es en Mercapalma dónde se concentra la mayor parte de la comercialización de fruta y hortaliza, y esto es gracias a que aquellos emprendedores de hace 50 años se establecieron en nuestras instalaciones. Con este motivo hemos entrevistado a algunos de aquellos pioneros, la mayoría de los cuales han pasado el testigo a los herederos.

Entrevistamos a Marga Vanrell, propietaria y administradora de Frutas Bonany. Hace casi de 50 años su padre, Jordi Vanrell Monroig se estableció en Mercapalma, como mayorista de Frutas y Hortalizas y su hijo, Jordi parece que cogerá el relevo.

¿Qué historia hay detrás vuestro negocio? ¿Cómo empezó?

Todo empezó en Petra, con el regalo de boda de mi abuelo materno a mis padres: todos los huevos que pusieran las gallinas durante un año . Entonces, cada semana tenía que ir a Palma en bicicleta a vender los huevos al mercado. Como era en una época de posguerra, vendía todo cuanto llevaba, incluso conejos y aves, que se colgaba en la cintura, porque no le cabían en el cesto de la bicicleta. Con el tiempo se convirtió en el distribuidor de los productos de la comarca de Petra. A finales de los años 70 compraron un almacén en Picassent y desde allí traíamos la producción a Mercapalma.

¿Qué recuerda de aquellos tiempos, de cuándo se estableció en Mercapalma?

En el año 1977 yo era muy niña, pero recuerdo que iba empresa por empresa a firmar las notas de entrega de género. Es por eso que recuerdo muy bien dónde estaban todos.

¿Cómo ha cambiado Mercapalma desde que empezó?

Era un mercado. Con mucha gente, tanto vendedores como compradores. Yo dormía dentro del coche y cuando me despertaba salía al mercado. No había distribución, los compradores venían a buscar el género. Había muchas tiendas, que ahora han desaparecido.

¿Qué ha sido lo más gratificante de vuestro trabajo?

En verano no pasamos calor (ríen). Cualquier persona que trabaja al sector de alimentación, en contacto con el producto que la gente necesita diariamente, se tiene que sentir muy gratificada. Además hoy en día la gente valora mucho este tipo de producto.
Para mí el payés es un científico, y estar tan cerca del payés me ha dado mucha sabiduría. Puede ser que esta sea la recompensa, a pesar del sacrificio y la competencia del sector.

¿Cómo lo hace para mantenerse competitivo en el mercado durante tantos años?

Hemos pasado por diferentes fases. En los años 80 mi padre y mis hermanos quisieron experimentar ser pioneros en Mallorca en hacer producto local, pero se ve que no era el momento y se dejaron una fortuna. Eso si, aprendimos mucho y el conocimiento no se pierde nunca.  Actualmente, el producto local es una quimera, porque es más rentable dedicar las tierras al turismo que cultivarlas. Para ser competitivo tienes que saber adaptarte. Sobre todo, hace falta mucha fuerza de voluntad, resiliencia.

¿Cómo ha vivido el relevo generacional?

A pesar de que yo me preparé para otra forma de ganarme la vida, al final he sido yo quien me he hecho cargo del negocio familiar. Mi hijo, que es ingeniero, parece que también cree en el futuro de este sector.

¿Cuáles son sus planes de futuro por su negocio?

Me gustaría dejar el negocio sin deudas, pero el futuro es muy incierto. Yo tengo el dibujo mental, pero para explicarlo necesitaría otra entrevista.

Así quedamos, en otra ocasión lo retomaremos donde lo hemos dejado.
Muchas gracias Marga y Jordi, y mucha suerte!

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